LOS ÍNDICES DE DESARROLLO HUMANO, ¿PARA QUÉ SON ÚTILES?
- Christian Eulerich

- 22 jul
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 17 sept
Antes de empezar les comparto que soy un empresario, industrial, y después de años lidiando con modelos que no funcionan, estoy cansado. Cansado de mercados, estados y gobiernos establecidos que hace tiempo dejaron de garantizar la dignidad humana. ¿Estamos dispuestos a revisar nuestras ideologías, prácticas económicas y organizacionales asociadas a este fenómeno? En este blog visibilizo asuntos que hoy comprendo distinto; siempre existieron, pero mis privilegios los distorsionaban.

¿Recuerdan los índices rupturistas de los 70 y 80, que desafiaron las comprensiones de la economía tradicional? Parecía que finalmente las elites económicas, las NNUU y otros gigantes multilaterales abrían posibilidades a las neceias teorías sobre el Desarrollo Humano. Esta vez iba a tener sentido... y ¿que ocurrió? ¿Cambiaron las cosas o todo sigue bastante parecido, pero con algunos matices distintos?
Cuando surgieron estos índices, fueron percibidos como transformadores. El IDH (PNUD, 1990) pretendía romper con la obsesión del PIB al incorporar educación, esperanza de vida y nivel de vida. O la Felicidad Nacional Bruta (Bután, 1972) ponía sobre la mesa la subjetividad y el bienestar espiritual como objetivos de políticas públicas. Las huellas ecológicas y otras similares nos venían a decir que el crecimiento económico está destruyendo el planeta.
Pero…, ¿qué pasó décadas después? Los países los reportan, los publican, los citan en discursos. Y me pregunto, ¿también los toman como guía (real) para cambiar estructuras productivas, políticas económicas de fondo? O se convirtieron en buenas intenciones, procurando mejorar la sensibilidad sin alterar las relaciones de poder, privilegio y otros elementos que nos siguen definiendo como eso que somos.
Don Christian, tengo una pregunta, ¿por qué, incluso cuando los datos muestran desigualdades, infelicidad y huella ambiental insostenible, las políticas económicas siguen priorizando el PIB?
Y hay múltiples respuestas que puedo darte, Máximo. Podría decirte que los intereses dominantes están ligados al crecimiento económico entendido de esta forma. Y esto no es maldad, o creer que quienes deciden hacerlo así, son unos insensibles.
Claro que lo son.
Yo hacía exactamente lo mismo y no me considero un insensible. Ocurre que cada uno es su historia acumulada, presente y anterior. Desde este lugar hacemos y dejamos de hacer cosas, Máximo. No es tan sencillo como crees.
Y Alemania, ¿fue parte de esto mismo?
Alemania, tras la Segunda Guerra Mundial, fue presentada como un milagro económico y político. El famoso Wirtschaftswunder, en español, el milagro económico: crecimiento industrial, exportaciones, pleno empleo. Tienen un sistema de bienestar robusto, educación técnica de excelencia, infraestructura moderna. Tienen protagonismo en la Unión Europea, liderazgo en política climática, derechos humanos y puedo seguir. Y sin embargo, hoy vemos grietas profundas en la convivencia:
Crecimiento del AfD (Alternativa para Alemania) hasta convertirse en segunda fuerza en algunos estados.
Brechas culturales y resentimientos entre los alemanes del Este (ex-comunismo) y Oeste. Han pasado 35 años de la reunificación y persisten las diferencias. Maximo, hasta hoy se paga menos a un ingeniero nacido en el Oeste que a uno del Este.
Polarización política y desconfianza hacia instituciones y las élites económicas.
¿Significa que los indicadores de éxito no captaron el malestar social acumulado?, Herr Eulerich.
Así es, muy buena deducción. Entonces la pregunta obligada, ¿por qué un país tan sabio y ordenado llega a este punto? Cómo se explica el fenómeno AfD en en una sociedad supuestamente avanzada como la de Alemania?
El crecimiento del AfD no es simplemente por xenofobia o populismo. Es también una forma de expresar el hartazgo con las élites políticas. La sensación de abandono en las regiones periféricas. El rechazo a políticas progresistas que no se acompañaron de escucha de un pueblo tremendamente acomplejado.
En resumen, la cohesión social es más frágil de lo que muestran las estadísticas económicas.
¿Qué podemos aprender de esta perspectiva.
Yo también soy una personas llenas de buenas intenciones, como senadores y diputados, buscamos soluciones sociales y económicas. Conviene recordar algo que Alemania ilustra dolorosamente bien: no basta con tener políticas técnicamente correctas ni con implementar índices humanos. Si no hay escucha real, reconocimiento de heridas históricas y trabajo profundo en el tejido relacional, el malestar acabará emergiendo por donde menos se espera. Incluso programas pensados «para ayudar» pueden ser percibidos como paternalistas o cosméticos si no se construyen con y no para.
Don Christian, no te enojes, pero cómo puedo saber en qué creer. Porque lo tuyo es raro de leer y encontré información que desmiente lo que decís.
Máximo, esto ya me lo dijiste antes. Siempre habrán encuestas, papers, premios, relatos para lo que vos prefieras creer del mundo, de vos mismo. Además, no se trata que tenga la verdad, sino que podamos conversar verdades donde todos quepamos. Algo que funcione y emprendamos juntos. Eso busco.
Christian Eulerich
PD: Esta es solo mi opinión. Hay temas que, al conversarlos, movilizan nuestras ideologías y nuestras creencias de vida más profundas. Por eso, mis escritos están asociados a la dificultad de plantear lo incómodo de la economía en el contexto de mi entorno socioeconómico. Encontrar personas dispuestas a abordar estos temas no es sencillo. Aquí un 🔗 enlace para registrarte y recibir avisos sobre próximos posteos. Valoro que me hayas leído.



Comentarios